5 de agosto de 2013

La Red de Transición


El objeto de esta entrada no es discutir si el petróleo se va a acabar más o menos pronto. La cuestión es qué vamos a hacer cuando ya no dispongamos de él, ya sea porque se ha acabado o porque en definitiva ya no lo podamos pagar. 
La Red de Transición está compuesta por grupos de personas que investigan en muchos países cómo se puede vivir prescindiendo del petróleo, reduciendo el consumo de energía y el uso del coche, cultivando y comprando comida local, trabajando lo más cerca posible de sus casas, conociendo a sus vecinos, construyendo sus viviendas con materiales de la zona, aprendiendo habilidades perdidas como coser o hacer cestas de mimbre y tratando de no viajar en avión.
"Estas iniciativas suelen comenzar con un grupo de personas preocupadas por el cambio climático y el pico del petróleo que se juntan para imaginar cómo será su municipio dentro de 20 años, por ejemplo, cuando el precio de la energía, los carburantes y los productos básicos se hayan disparado. Al grupo se le van uniendo personas mayores, familias y jóvenes de todas las clases sociales y colores políticos. Juntos, en encuentros que recuerdan a terapias de grupo, cuentan sus preocupaciones, buscan soluciones creativas y las ponen en marcha para que el futuro imaginado sea lo más placentero posible."

"La vida diaria en un pueblo de transición es igual que en cualquier otro", advierte Rob Hopkins, cofundador del movimiento. Quienes participan activamente en el proyecto, sin embargo, reducen su consumo de energía y el uso del coche, cultivan y compran comida local, trabajan lo más cerca posible de sus casas, conocen a sus vecinos, construyen sus viviendas con materiales de la zona, aprenden habilidades perdidas como coser o hacer cestas de mimbre y tratan de no viajar en avión (él renunció a este medio de transporte hace cuatro años y cuando da charlas fuera del Reino Unido lo hace por videoconferencia). En Totnes, donde vive Hopkins, los vecinos comparten sus jardines para plantar verduras con quienes viven en pisos, las empresas encargan auditorías para reducir su consumo energético y más de 70 tiendas venden sus productos en libras totnes, su moneda local. En definitiva, potencian lo local y recuperan costumbres olvidadas en la era del petróleo barato como arma para resistir cuando esta etapa llegue a su fin."

El País
07/10/2013

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